Abstract:
Entrevistados: Héctor Dada Hirezi (Diputado CDU), Jorge Barraza Ibarra (UTEC), Javier Ibizate (UCA), Carlos Briones (FLACSO), Rafael Rodríguez Loucel (UTEC), Roberto Rubio (FUNDE). Uno de los problemas estructurales de nuestras sociedades es que, de la misma manera que existe una gran desigualdad en los ingresos (coeficiente de Gini), también ha existido una desigualdad sensible en los niveles de educación. El hecho de haber sido por largas décadas economías agrarias monoexportadoras ha generado un déficit inculpable de educación en las clases campesinas. Basta ver que el "machete" ha sido y sigue siendo en gran parte la herramienta típica del sector rural, es decir, se trata de un modo de producción primario y primitivo, que no ha exigido mayor nivel de educación escolar para realizar esas tareas, a excepción de la destreza física. No se ha entrado en la civilización del arado, desde el punto de vista técnico, y tampoco los campesinos han tenido la oportunidad de gerenciar grandes fincas y así adquirir una educación administrativa. Los niveles de educación requieren un cierto nivel de ingresos que la hagan posible; por ello el nivel de educación guarda cercana relación con el desigual nivel de ingresos.