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Isla de Conchagüita en el Golfo de Fonseca. Informe de la investigación arqueológica. Contexto Geográfico. Golfo de Fonseca al momento del contacto. Previas investigaciones arqueológicas. Objetivos del proyecto. Prácticas sociales e identidad. Metodología. Plan de trabajo. El Golfo de Fonseca es una tierra de historias sin tiempo, enclavada en la zona más oriental del territorio salvadoreño, donde comparte sus aguas con las vecindades hondureñas y nicaragüenses. Desde tiempos remotos, en esa zona se narra la leyenda de que fue una mujer, Comizahual (La fiera que vuela), la que, armada con una piedra curiosa, llegó un día a esas islas y playas para brindarles el lenguaje y los conocimientos a las familias que allí habitaban. Después de haber cumplido su labor, se elevó y desapareció entre las nubes, con la promesa de que regresaría. ¿Hay algo de verdad en ese mito fundacional que las personas que moran en esa zona cuentan aún hoy, en los primeros años del siglo XXI? ¿Quiénes componían esas tribus educadas por Comizahual? ¿Qué grupos étnicos habitaban la zona del Golfo en mayo de 1522, al momento del primer contacto con los barcos y soldados españoles, comandados por el piloto mayor Andrés Niño? Por ahora, esas son demasiadas preguntas, para las que hay pocas respuestas dentro de ese amplio territorio, muchas veces olvidado por los regímenes nacionales de turno y que pronto se verá afectado, de diversas maneras, con la construcción del gigantesco puerto de Cutuco, cuyas aceleradas obras de edificación ya pueden verse desde los restaurantes de la ciudad de La Unión y otros puntos aledaños. Desde tiempos de la conquista y colonización ibéricas, el Golfo de Fonseca ha jugado una posición geoestratégica para tres de los gobiernos del área centroamericana, pero en especial para El Salvador, que durante años usó sus aguas para el funcionamiento de un ferry que comunicaba a su territorio con el de Nicaragua. Además, sus islotes e islas permitieron el funcionamiento de puntos de vigilancia militar durante la más reciente guerra salvadoreña (1979-1992), con el fin de evitar supuestos trasiegos marítimos de armas destinadas a las fuerzas guerrilleras de El Salvador y Guatemala. Además, fue durante ese cruento período centroamericano cuando varias posesiones insulares salvadoreñas fueron sometidas a litigio internacional, que el tribunal de La Haya terminó otorgando al gobierno y pueblo de Honduras, en 1992 y 2004. Por la riqueza estratégica, histórica, cultural y turística del Golfo de Fonseca, trabajos científicos como el emprendido por investigadores de las universidades de California (Berkeley, Estados Unidos) y Tecnológica de El Salvador (UTEC) cobran un especial significado para el pueblo salvadoreño, pues permiten escudriñar en terrenos de gran extensión, donde el tiempo pasó y el ser humano dejó sus huellas a lo largo de los siglos, sin que hasta la fecha se haya vuelto a hacer grandes estudios dentro de esas edificaciones coloniales o en esos concheros prehispánicos, que hoy son cada vez más depredados para obtener la base calcárea del alimento para aves de corral, con el consecuente e irremediable daño para la cultura nacional. Pero no sólo basta hacer investigaciones en torno al pasado del Golfo de Fonseca y sus diferentes islas, sino que hay que posar la mirada investigadora en el presente, dentro de las poblaciones que allí habitan en la actualidad. De hecho, esta es la invitación que en las siguientes páginas nos ofrece el destacado antropólogo Dr. Ramón Rivas, y el candidato a Doctor, arqueólogo Esteban Gómez quienes en sus respectivos escritos reseñan una reciente campaña de observaciones Antropológicas e intervenciones arqueológicas realizada en la isla Conchagüita. Aunque con resultados y evidencias aún preliminares y sujetas a nuevas exploraciones y verificaciones en el futuro cercano. Mediante las técnicas científicas y el ojo avizor del investigador formado, el Dr. Rivas y Gómez nos conduce a través del pasado de la isla, para señalar la presencia española en ese territorio, donde ahora habitan familias que se dedican a la pesca y que aprovechan los recursos tecnológicos contemporáneos, como la telefonía, que los vinculan con el territorio continental salvadoreño, aunque muchas de las noticias y programas que escuchan y ven a través de la radio y televisión sean de origen hondureño. Esto representa un reto y una posibilidad interesante para las grandes cadenas radiofónicas y televisivas del país, ya que ellas juegan un papel de primer orden en la difusión y consolidación de la siempre cambiante identidad nacional, de cara a los momentos actuales de la globalización. La crónica de viaje que nos presenta el Dr. Rivas en el documento de proyecto del arqueólogo Gómez resulta novedosa de grata lectura, por cuanto no está pensada como un sesudo y pesado estudio académico, sino que fue diseñada con el alma de un explorador y periodista, así como para el arqueólogo para quienes la palabra debe servir para formar pensamiento y acción a través del entretenimiento y del gozo pleno de la imaginación y la creatividad. |
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