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El presente tomo, el tercero de esta colección histórica, corresponde a la primera mitad del siglo XIX, desde 1800 a 1850. En los primeros años del siglo. España había sido invadida por el ejército francés de Napoleón Bonaparte, lo que derivó en el llamado Motín de Aranjuez. provocando la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando. La resistencia de los españoles contra los franceses fue general y la insatisfacción popular se inició con un alzamiento en Madrid, el 2 de mayo de 1808, que luego se extiende por todo el país. Los sucesos españoles de 1808, además de contribuir a modificar la estructura política del poder español. constituyen el antecedente de los posteriores acontecimientos independentistas de las colonias y, principalmente. de las cinco provincias que conformaban el reino de Guatemala. Un evento importante fue la elaboración de la Constitución de Cádiz en 1812, en donde estuvieron representadas las colonias que, por decreto del 23 de enero de 1809, habían dejado su estatus colonial para formar parte integrante de la monarquía. Un proyecto de Constitución, discutido a lo largo de varios meses, se promulga el 19 de marzo de 1812, echando por tierra el obsoleto andamiaje de la monarquía absoluta, para dar paso a una organización política de carácter monárquico, sustentada en un marco constitucional. La lucha del pueblo español y sus logros en la supresión del absolutismo constituyen un antecedente válido en las posteriores reivindicaciones independentistas de los pueblos americanos y, en nuestro caso, de las provincias centroamericanas. También cabe señalar otro factor influyente, como fue el auge de las ideas de la Ilustración, que se expandieron por todas partes, especialmente en los círculos intelectuales de las élites criollas. En el caso de la Capitanía General de Guatemala, los desajustes políticos internos aunados a una permanente insatisfacción de los criollos, relacionada con el papel de subordinación a los que los tenían sometidos los funcionarios peninsulares, dio lugar a movimientos, primero subterráneos y después abiertos, para aprovechar la coyuntura favorable de emanciparse de España. Desde 1811, las provincias centroamericanas se encontraban en un proceso de inquietudes y efervescencias, motivadas por un ambiente de controversias internas, económicas y políticas, entre las élites provinciales y la poderosa élite guatemalteca, que ejercía una influencia y poder, prácticamente sin límites. Dentro de estos movimientos se destacan la insurrección de San Salvador de 1811, las de Nicaragua en ese mismo año, la llamada Conjura de Belén en Guatemala, en 1813, y la rebelión de San Salvador en 1814. El 15 de septiembre de 1821, se firma en la ciudad de Guatemala la Declaratoria de Independencia que, más que romper el vínculo con España, resolvía en primer lugar, el conflicto de las élites criollas entre sí, y, en segundo lugar, quebraba el poder político de los funcionarios peninsulares, prácticamente abandonados a su suerte, por el poder central español. Sin embargo, la lucha entre los criollos no terminó, sino que se perpetúa en otras modalidades políticas, especialmente trabajadas por la élite guatemalteca para mantener el estatus quo del poder y los privilegios. El resto de los sectores bajos de la sociedad no fueron invitados, los ladinos y los indígenas no contaron en estos movimientos que, además, no eran comprensibles para ellos y, al final, quedaron excluidos en la formación de las futuras estructuras sociales y políticas de la naciente República Federal. |
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